Las causas abiertas por corrupción se han triplicado en la última década. Actualmente la Fiscalía Anticorrupción tramita 340 procedimientos y las nuevas investigaciones, 37, se han duplicado en un año.
Evitar la corrupción política, en el ámbito público, y luchar contra el fraude, en el ámbito privado son las dos caras de una misma moneda. De hecho, la solución a ambos problemas -graves y desgraciadamente bastante extendidos en nuestro tejido social- es la misma: prevenir su aparición. Pero la pregunta es, ¿cómo hacerlo?
“Por su rápida y fácil puesta en marcha, el mejor método para gestionar los riesgos relacionados con los comportamientos poco éticos o inadecuados de los integrantes de una organización, ya sea ésta pública o privada, son los canales de denuncia, también llamados líneas éticas”, señala Gertrudis Alarcón, presidenta de ACFE en España (la mayor y más prestigiosa asociación mundial de lucha contra el fraude) y CEO de i2 Ethics
Si bien el fraude no se puede eliminar estructuralmente, sus efectos pueden reducirse al mínimo mediante acciones preventivas. “En este caso cobra especial relevancia aquello de que es mejor prevenir que curar, ya que el fraude o la corrupción pueden prevenirse y, además, sale mucho más barato evitar su ocurrencia que hacer frente a sus consecuencias”, apunta Alarcón.
Medidas sencillas para evitar el fraude y la corrupción
Revisar periódicamente los antecedentes del personal: background screening o comprobación de currículum.
Establecer un código de ética, un código de conducta de la empresa, con normas detalladas para directivos, empleados, agentes y personal externo (proveedores e incluso clientes).
Facilitar canales de denuncia y reporte de irregularidades: líneas éticas.
Predicar con el ejemplo en los más altos estamentos de la organización.
Además, la reciente reforma del Código Penal extiende la responsabilidad de los delitos cometidos por cualquier empleado a quienes se sientan en los consejos de administración de las empresas. Para evitar sanciones es imprescindible establecer controles que consigan prevenir la comisión de los delitos.
Pero, independientemente de la obligatoriedad, los canales de denuncias, sobre todo si son externos a la propia empresa que los pone en marcha, consiguen ahorrar costes: “Las compañías con línea ética sufren un 50% menos de pérdidas medias por fraude que las empresas que carecen de este mecanismo de control y gestión de riesgos”, explica la presidenta de ACFE en España.
cómo se detecta el fraude en la empresa
En nuestro país, las empresas pierden una media de 730.000 € al año por delitos económicos y fraude, según estimaciones de diferentes auditoras. Pero a estos costes directos de pérdidas económicas hay que sumarles además otros costes indirectos, tales como:
los efectos negativos que la corrupción provoca sobre la imagen y la reputación de las compañías afectadas, cuyos costes por daños en activos intangibles son muy difíciles de cuantificar el daño moral que ocasiona el fraude a los propios trabajadores de la empresa, que ven afectada su motivación, provocando una alarmante disminución de la productividad el dinero añadido que cuesta contratar a abogados, peritos, investigadores y auditores que intenten clarificar y responder con contundencia al fraude empresarial.
El establecimiento de canales de denuncias en las empresas, también conocidos como sistemas de “whistleblowing”, es una práctica que tiene su origen en los países anglosajones y que consiste en la creación de cauces dentro de las compañías por los que resulte posible denunciar internamente irregularidades e infracciones legales y normativas cometidas en el seno de la empresa o en su ámbito de actuación.
Los primeros aspectos de los sistemas de denuncias que fueron objeto de regulación consistieron, de un lado, en los incentivos a los denunciantes o “whistleblowers” y, de otro, en la protección de los mismos frente a posibles represalias.
Los mayores proveedores de pistas sobre fraudes son los mismos empleados de la empresa (51%), aunque muchos de ellos no denuncian por no saber adónde acudir. En este sentido resulta esencial ser claro en la explicación de lo que es y para qué sirve un canal de denuncias.
Los canales de denuncias o líneas éticas son servicios externos de comunicación y reporte de irregularidades. Están dirigidos a empleados, proveedores, clientes y otros posibles grupos de interés de cada compañía. Su objetivo es el de detectar a tiempo y permitir denunciar el fraude interno, así como cualquier otro tipo de conductas no permitidas o impropias, que puedan afectar al capital humano, al patrimonio o a la propia reputación de la organización, por ser contrarios a sus principios.